domingo, 2 de abril de 2017

1992-2017 Juanito en el recuerdo

Lo recuerdo como si fuera ayer. Enfrente el Torino, un clásico equipo italiano de los 80-90: estrellas fichadas a golpe de cheque con legionarios todo terreno. Un equipo alejado del Gran Toro de los 40 y del scudetto del 76 de Pulici y Graziani. Pero un equipo rocoso que se interponía en el camino blanco hacia la final. Otro Bernabéu a reventar, dispuesto a dar la batalla, jugando su parte del partido. La vuelta de Rafa Martín Vázquez, quien hizo las Italias llamado por el reto y las liras. Anatema de aquellos años el que un canterano en la cumbre de su juego cambiará de bando. Nunca se le perdonó. ¿El partido?, lo habitual en aquellos años de travesía por el desierto: empezamos perdiendo pero logramos remontar mas por casta, pundonor y cojones, que por buen fútbol. 2-1, la vuelta seria dura.

Y allí estaba Juan, nuestro Juan. Uno mas en las grada. Sufriendo como tantos hinchas, anhelando una alegría que eclipsara las ultimas experiencias europeas y por que no, q hiciera mas agradable la vuelta a Mérida en el trayecto nocturno. El, que ya entrenaba en categorías inferiores, seguro que le daba vueltas al partido pensando en como lo hubiera planteado el, a quien habría sacado al césped o que coño, al final presa de los nervios seguro que se habría puesto imaginariamente las botas para saltar a jugar. Tranquilo, se diría Juan, todavía hay tiempo para ello, tarde o temprano acabare en ese banquillo para devolver al Madrid todo lo que me dio.

Poco a poco el cansancio hace mella en Juan y entre el ruido de fondo de la sosegada radio nocturna y la oscuridad de la carretera comienza a dormirse. Nunca despertará.

La noticia no se hace esperar y desde primera hora los matinales de la radio cuentan la desgracia. Aquel hombre que tenia un corazón que no le cabía en el pecho, ya no estaba con nosotros. Sorpresa, confusión, desesperación... un largo escalofrió al fondo del corazón. La persona, el jugador, el mito... se había ido. La pasión en Chamartín se quedaba huérfana. 

25 años han pasado de aquello, cediendo poco a poco el dolor para dar paso al recuerdo. Las generaciones van pasando, pero el recuerdo permanece vivo en la memoria de quienes le vimos correr por el viejo césped de Chamartín. 




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